
Kohnstamm tiene 32 años y pasó los tres últimos viajando por el continente y escribiendo para distintas guías de viajes. Esta semana publicará un libro que recopila su a veces ingrata experiencia, titulado ¿Van al infierno los escritores de guías de viajero? (Do Travel Writers Go To Hell?)
El autor sostuvo que a veces las editoriales sí pagaban, pero sólo lo justo para el billete de avión. Por eso, además de violar las políticas de las empresas al aceptar viajes y almuerzos gratis, tuvo que compartir su departamento con una prostituta brasileña y hasta vender éxtasis para mantenerse, según reveló al Sunday Telegraph.
«La camarera sugirió que volviese cuando cerrase el restaurante, a medianoche: terminamos teniendo sexo en una silla y luego en una mesa», cuenta en otro pasaje de la entrevista. «Esto hizo que describiera al restaurante en una de las guías como “una placentera sorpresa” con “amigable servicio de mesa”».
Algunas editoriales desmintieron las afirmaciones de Kohnstamm, mientras que otras prometieron revisar su contenido: «Estamos revisando con urgencia todos los libros en los que Thomas contribuyó», dijo Judy Slatyer, directora de Lonely Planet y añadió que «si encontramos que el contenido es cuestionable, lo arreglaremos».
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