
El ataque ocurrió cuando el joven tropezó sonámbulo con un tiburón disecado colgado en la pared de su cuarto, decorado al estilo náutico. Los colmillos del escualo se clavaron en su mejilla.
Cuando su madre acudió, despertada por los gritos del muchacho, encontró a Sam ensagrentado. «Era como una película de miedo», declaró. «El tiburón estuvo encajado en la mejilla de de Sam unos 15 minutos y le produjo mucho dolor.»
Afortunadamente, Sam escapó con solo una pequeña cicatriz. «Fue la esperiencia más aterradora de mi vida», declaró, pusilánime.
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