18 de septiembre de 2008

Evolucionistas peregrinan en masa para ver una mancha con la forma de Darwin

Afirman que la imagen les llena de un sobrecogedor sentimiento de lógica. | The Onion.

Un flujo constante de devotos evolucionistas sigue reuniéndose en la pequeña población de Dayton (Tennesse) para ser testigos de los que muchos creen que es una imagen de Charles Darwin, el autor de El origen de las especies y fundador del movimiento evolucionista moderno, que se ha aparecido en un muro de hormigón del centro de la ciudad.

«Traje a mi bebé para que toque el muro, de forma que el poder de Darwin purifique su genoma de genes indeseables», dijo Darlene Freiberg, una de las muchas personas de la creciente multitud reunida en Dayton para ver la misteriosa mancha, que apareció el lunes pasado en un lado del Juzgado del Condado de Rhea. El edificio también albergó el famoso «Juicio de los Monos de Scopes» y es ampliamente considerado uno de los lugares más sagrados del darwinismo. «Perdóname, oh Charles, por haber dudado alguna vez de tu Divina Evolución. Tras ver este milagro de pigmentación del cemento con mis propios ojos, mi fe en el razonamiento empírico nunca volverá a temblar», añadió Freiberg. «¡Contemplad el poder y la gloria del método científico!»

Desde que los primeros testigos informaron de la inexplicable mancha, que recuerda a una figura masculina del siglo XIX con la frente despejada y la barba larga, esta ciudad habitualmente tranquila se ha convertido en un hervidero de zelotes biológicos. Miles de peregrinos de lugares tan lejanos como el Departamento de Paleoantropología de Berkeley han acudido al lugar para depositar coronas de flores y velas encendidas, leer en voz altas las obras de Darwin y en definitiva prestar homenaje a la misteriosa mancha azul verdosa.

Aprovechando el flujo de creyentes empíricos, los vendedores callejeros han prolijerado por toda Dayton, vendiendo reliquias y obras de arte evolucionistas a los miles de peregrinos que esperan echar un vistazo a la imagen. Hay de todo a la venta, desde pequeñas astillas de madera que supuestamente formaron parte del Beagle —el velero de investigación en el que Darwin hizo su legendaria expedición a las Islas Galápagos— a notas de conferencia presuntamente tocadas por el evolucionista británico Alfred Russel Wallace.

«Nunce me he sentido tan cerca de las ideas de Darwin», dijo el zoólogo Fred Granger, que esperó en la cola 16 horas para ver la mancha. «Que su nombre sea loado y sus teorías sobre la selección natural tengan ecos en todas las áreas de la observación naturalista por siempre.»

A pesar del entusiasmo que la llamada «Mancha de Darwin» ha generado entre la fe evolucionista, queda algún desacuerdo sobre su origen. Algunos creen que la imagen se parece más al rostro de Stephen Jay Gould, columnista desde hace años de la revista Natural History y creador de la teoría del equilibrio puntuado, y que es por tanto una prueba de la cladogénesis rápida. Una pequeña minoría sostiene que es la cara de Carl Sagan, y que debe considerarse como un aviso para aquellos no creyentes que aún no han visto su existosa serie Cosmos: Un viaje personal.

Otros incluso han intentado desacreditar completamente el milagro, afirmando que hay varias explicaciones alteranitvas para la apariencia de la inexplicada decoloración. «Es una mancha sobre un muro, y nada más», dijo el Reverendo Clement McCoy, profesor de la Oral Roberts University y prominente opositor de la teoría evolucionista. «Todo lo demás es una fantasía ilusioria del pensamiento evolucionista fanático que solo ve lo que desea ver con la esperanza de validar un sistema de creencias ilógico y carente de base. Solo espero que estos herejes vean el error que cometen y que Nuestro Omnipotente Dios les castigue con Su venganza.»

Pero quienes han hecho el largo viaje hasta Dayton siguen firmes en su creencia de que la selección natural —un proceso por el que ciertos genes se ven favorecidos sobre otros menos propicios a la supervivencia— es el único creador de vida tal como la conocemos. Esta mancha, afirman, es la prueba que hemos estado esperando.

«A quienes negarían que la deriva genética es responsable de un árbol evolutivo ramificado de creciente biodiversidad entre ecosistemas cambiantes les dicimos: “¡Mirad al rostro de Darwin!”», dijo Jeanette Cosgrove, quien, junto con compañeros de su clase de microbiología, ha mentenido una vigilia con velas en el lugar durante las últimas 72 horas.

«Durante millones de generaciones sucesivas, una subvariante específica de una especie de cieno se adaptó a este muro de hormigón concreto, para un día formar esta mancha, y así manifestar esta visión del glorioso rostro de Darwin», dijo Cosgrove, embargada por la emoción. «Es un milagro», añadió.

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