2 de junio de 2008

Anulado un matrimonio en Francia porque la esposa no era virgen

El juez no tuvo más remedio que aplicar el código civil a la pareja musulmana. | El País.

El 9 de julio de 2006, tras la noche de bodas entre un ingeniero de 30 años y su esposa, menor de 20, ambos musulmanes, el padre del novio devolvió a la joven a casa de su familia a primera hora de la mañana: «No es virgen. La repudiamos. El matrimonio no es válido.» El 26 de julio, el abogado del ingeniero presentó una reclamación legal ante los tribunales de Lille. Casi dos años más tarde estos han fallado a su favor: el artículo 180 del Código Civil francés admite la nulidad del matrimonio cuando hay «error en la persona o respecto a las cualidades esenciales de la persona».

Para la asociación Ni putes ni soumises (‘Ni putas ni sumisas’), la interpretación de la ley es «regresiva». Sihem Habchi, presidente de la asociación, habla incluso de una «fetua contra la libertad de las mujeres». La Liga de los Derechos Humanos denuncia que todo es «un escándalo. La ley pone en duda la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, y la virginidad no es materia de la justicia». La secretaria de Estado para los Derechos de las Mujeres, Valérie Létard, está consternada: «Ciertas disposiciones del Código Civil conducen por interpretación a una regresión.» Los socialistas franceses consideran «aterradora» la decisión judicial porque «se olvida del derecho de las mujeres, y de los hombres, a vivir libremente su sexualidad».

La fiscalía de Lille ha negado que la anulación se debiera al hecho de que la esposa no fuese virgen: «Es la mentira la que justifica la decisión del juez, que se conforma de manera clásica a la jurisprudencia. El problema no está en la virginidad, sino en ocultar que había existido una relación anterior.» La ministra de Justicia, Rachida Dati, no ha querido criticar la sentencia: «Anular un matrimonio puede ser la mejor vía para proteger a quien desea deshacerse del vínculo.» En su autobiografía, Dati cuenta que recurrió a la anulación porque la obligaron a casarse a la fuerza.

La joven esposa de Lille admitió ante el juez que no era virgen y que había amado a otro hombre antes. Su familia la obligó a silenciar esa relación anterior. Para la antropóloga Dounia Bouzar, la sentencia de Lille pone en evidencia «la dificultad de considerar los musulmanes unos ciudadanos como los demás». La filósofa Elisabeth Badinter cree que la decisión judicial «impulsará a las jóvenes musulmanas a acudir al hospital para que se les reconstruya el himen».

El esposo de Lille se presenta a sí mismo como «un musulmán moderado» que había sido engañado «bajo la sugestión de un error objetivo que había sido determinante en su consentimiento». Para su abogado, Xavier Labbée, «la decisión es perfectamente justa». No reclamó el divorcio «porque el error era anterior» al matrimonio.

Frédéric Lefebvre, diputado y portavoz del partido del presidente Nicolas Sarkozy, cree que «si es la cuestión de la virginidad la que ha motivado la sentencia, el Ministerio de Justicia tiene que intervenir y presentar un recurso». En el caso de Lille sorprende la anulación civil de un matrimonio por parte de un tribunal de un Estado laico a partir de una demanda de un ciudadano musulmán teñida de fuertes connotaciones religiosas.

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