1 de junio de 2008

El médico acusado de abusos sexuales se justifica en la «carga erótica» de la consulta

A una paciente con problemas de cervicales le metió los dedos en la vagina. | El Mundo.

El doctor M. A. L., acusado de siete delitos sexuales cometidos contra sus pacientes entre 2002 y 2004, ha declarado que «la carga erótica» que puede generarse en una consulta al aplicar una terapia rehabilitadora provoca que «las pacientes busquen culpables que no existen», añadiendo que «los tratamientos exigen contactos físicos que violentan a algunas mujeres».

La Audiencia Provincial de Madrid comenzó a juzgar al médico especialista, quien se enfrenta a 10 años y medio de prisión, 18 meses por cada delito, y al pago de una indemnización de 4000 € por daños morales para una de sus víctimas.

La solicitud fiscal incluye que se le inhabilite para el ejercicio de la profesión de médico rehabilitador, una reclamación respaldada por las pacientes objeto de los abusos. «Sólo queremos que le inhabiliten y que no pueda abusar de nadie más», aseveró ayer una de las pacientes.

En la época de los hechos, el doctor Lobo trabajaba en el centro de salud Federica Monseny de la avenida de la Albufera de Madrid, en Puente de Vallecas. Ante la avalancha de denuncias, se le suspendió de empleo y sueldo durante seis meses. Desde el pasado 12 de mayo, el especialista pasa consulta en el Hospital de Vallecas Infanta Leonor, inaugurado este enero por la presidenta regional, Esperanza Aguirre.

Con tono chulesco y lenguaje técnico, el acusado se escudó en su declaración en que los tocamientos se reducían a aoscultaciones habituales en terapias rehabilitadoras. «En toda manipulación algún roce se tiene que producir. Eso es inevitable, pero no había ni tocamientos ni masajes en los pechos», manifestó el procesado, quien justificó los masajes en las mamas, glúteos e ingles al tratarse de «zonas que había que tratar. Desde luego, por mi parte no había ninguna carga erótica», apostilló.

El modus operandi del doctor consistía en pasar a las mujeres sin cita previa, es decir, sin solicitarlo en el mostrador. Las pacientes acudían a la consulta a puerta cerrada, sin enfermera y sin biombo. Las tumbaba en la camilla semidesnudas y las mandaba colocarse en posturas inusuales para proceder a masajearlas. Al ponerse tensas, les recomendaba unos ejercicios de relajación. Entonces se colaba en la camilla y, entre sus piernas, colocaba una banqueta donde las pacientes se sentaban para realizar «unos movimientos circulares», rozando con sus partes íntimas.

Una de las víctimas contó que acudió a la consulta para ser tratada de una dolencia en el hombro y en el codo, si bien apuntó que el especialista insistía en masajearla ambos pechos. «Me dijo que me quitara el sujetador para aplicarme un aceite. Luego me hizo hacer unos ejercicios respiratorios. Me puso en un taburete y él se colocó detrás. Mi trasero tocaba su entrepierna», relató.

No hay comentarios: