24 de septiembre de 2008

Un ecologista estadounidense lleva nueve meses sin tirar nada a la basura

Sus vecinos estudian emprender acciones legales. | El País.

Dave Chameides, un cámara estadounidense ganador de dos premios EMI, decidió pasar 2008 acumulando su basura en el sótano en lugar de sacarla al cubo.

Según cuenta en su blog, 365 días de basura, un día «estaba tirando una cosa a la basura cuando me di cuenta de que no estaba haciendo nada más que eso. Simplemente lo estaba haciendo desaparecer (...) Entonces pensé que, si todos fuéramos responsables de nuestra basura, si no pudiéramos hacerla desaparecer, tendríamos que enfrentarnos a algunas verdades incómodas sobre nuestro estilo de vida». Chameides decidió enfrentarse a su basura y comenzar acumularla en el sótano hasta fin de año.

Una vez recabado el apoyo de su mujer y de sus dos hijas pequeñas, a las que dejó fuera del experimento junto al perro, se impuso una serie de normas por las que se regiría su proyecto. «La verdad es que no he elaborado un plan para hacer esto, lo que ha terminado siendo lo mejor», ha declarado. Las soluciones las ha ido encontrando a medida que surgían los problemas y con ayuda de los lectores de su bitácora, que le han ido dejando consejos prácticos para llevar la empresa a buen fin.

Separa el papel de los envases y guarda los cartones aparte. Las bolsas de plástico, que considera una auténtica plaga, las acumula en otra parte y trata de reutilizarlas al máximo. A la pregunta de si el sótano no apesta, responde sencillamente que lo único que puede dar mal olor son los residuos orgánicos. Y Chameides ha descubierto un sistema perfecto para librarse de ellos en su casa: la lombricultura, fabricación de abono mediante lombrices.

En un vídeo publicado en YouTube, el ecologista explica cómo ha instalado una pequeña granja de gusanos en el sótano a la que arroja los desechos orgánicos de su basura. Éstos se comen las bacterias resultantes de la descomposición y, lentamente, sus excrementos las van convirtiendo en uno de los más preciados abonos naturales que existen: el humus de lombriz. Chameides confiesa que no conviene deshacerse de este modo de restos de carne ni de productos lácteos porque olerían mal. Para él no supone un problema, ya que no come carne y afirma terminarse todos los lácteos que consume. Las lombrices mantienen su propio ecosistema dentro de las cubetas en que las mantiene y su población se duplica cada mes. Ya tiene 67.000.

En su afán por llevar perfecta cuenta de la basura que produce, Chameides llega a traerse de vuelta a su casa los desperdicios que produce cuando sale de viaje. Durante sus últimas vacaciones en México, etiquetó y empaquetó cuidadosamente cuanto producía. Al regresar a Estados Unidos, los agentes de aduanas quedaron un tanto sorprendidos. «La mujer en la aduana dijo “¿Qué es esto?” Le dije “basura”. Se rió, cerró a bolsa y me dejó pasar», relata Dave.

Lo cierto es que la experiencia de Chameides está arrojando resultados. Pasados ocho meses, tan sólo leva acumulados en el sótano cerca de 13 kilos de basura. El estadounidense medio ya tendría 176 kilos yaciendo en su patio. El ecologista también reconoce que ha cambiado sus hábitos de consumo, tratando de racionalizarnos.

«No ha sido tan difícil», señala. «Soy un tipo normal, solo que guardo mi basura en el sótano», concluye con ironía.

1 comentario:

Gaeddal dijo...

Las que se monta la gente con tal de no aceptar que tienen el síndrome de Diógenes.