21 de abril de 2008

Denuncian agresiones a las parejas homosexuales que mantienen relaciones en los baños de centros comerciales

Por el contrario, a las parejas heterosexuales les aplauden, como mucho. | ADN.

Varias asociaciones gays han denunciado que cuando dos hombres se encierran en el baño de un centro comercial para mantener relaciones sexuales, los guardias o vigilantes de seguridad pueden forzar la puerta y descubrirlos en cualquier momento, acostumbrando a someterlos a agresiones verbales o físicas. Los baños públicos, incluidos los de algunos centros comerciales, son un punto de encuentro habitual de la comunidad homosexual madrileña que desea mantener relaciones sexuales esporádicas.

Isaac Rodríguez, una víctima de este tipo de humillaciones, ha llevado a juicio a los vigilantes de seguridad del Centro Comercial Príncipe Pío que, por espacio de una media hora, lo sometieron a vejaciones por ser un «maricón de mierda». Según sus propias palabras, «estaba en una cabina con un chico, entró un vigilante, miró por debajo, vio que había más de dos piernas y le dio una patada fuerte a la puerta y nos sacó fuera. Empezó a insultarnos y amenazarnos. Nos dijo que era nazi y que iba a ser nuestra peor pesadilla».

El Colectivo de gays, lesbianas, transexuales y bisexuales de Madrid (Cogam) también tiene constancia de vejaciones por ir cogido de la mano de un compañero sentimental o por apenas una mirada, como explica su presidente, Miguel Ángel González. «Hace un mes y medio, presencié cómo un señor agredió a otro en la estación de Atocha porque se sintió ofendido por una mirada. La emprendió a golpes con él hasta que llegaron los guardias de seguridad, que se llevaron en volandas al agredido, mientras que al agresor no le sucedió nada.»

El herido no denunció. «Decía que no había mirado a nadie, pero eso lo que revela es que vivimos en una sociedad armarizada.» González quiere decir que algunos homosexuales que no quieren reconocer públicamente su condición usan esos lugares para mantener relaciones a escondidas, por lo que difícilmente pondrán una denuncia en caso de sufrir algún tipo de agresión. «Es gente que está dentro del armario y tiene una doble vida, por lo que utilizan el anonimato de los servicios o los probadores para poder ligar.»

El abogado especialista en gays y lesbianas Manuel Ródenas asegura que es «una práctica muy extendida y que, en determinadas zonas de encuentro para homosexuales, hay bastantes agresiones». La Policía Nacional y Ministerio del Interior carecen de un registro de agresiones homófobas, aunque el presidente de Cogam calcula que el 30 o el 40% de las agresiones a homosexuales son motivadas por este tipo de prácticas.

«Además, hay un vacío legal», explica Ródenas, quien recuerda que no existe una ley contra la homofobia que regule «con mayor presión» estos casos. «Se conducen como juicios de faltas y al agresor no le pasa nada o casi nada, mientras que el agredido se queda hundido porque no hay una sanción suficientemente fuerte como para que los agresores se lo piensen dos veces antes de agredir. Para el homófobo, la homofobia no existe.» Ródenas aclara que mantener sexo en baños públicos o probadores «no es delito en tanto en cuanto no pueda calificarse de exhibicionismo. Los agredidos lo hacen con discreción y no quieren que nadie se entere, pero los guardias de seguridad abren en muchas ocasiones las puertas de las cabinas, rompiendo su intimidad y forzando la prueba».

Un portavoz de la Federación Madrileña de Asociaciones de Madre y Padres de Alumnas y Alumnos se declaró «horrorizado» ante esta denuncia. «Es deplorable que ocurran este tipo de cosas. Las madres y los padres acuden a los centros comerciales a pasar una agradable tarde de sábado con sus hijas e hijos, y resulta que los baños están llenos de homosexuales fornicando. ¡Esto no puede consentirse!», explicó. «Es urgente e imprescindible que el Gobierno tome carta en el asunto. Una cosa es que ahora los homosexuales sean personas normales que puedan casarse y tal, y otra muy distinta que un puñado de libertinos indeseable vayan dejando todo perdido por ahí, los muy cochinos.»

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